miércoles, 13 de agosto de 2014

¿Qué queda cuando muere parte de mí?

Cuento: MI OTRO YO
de Mario Benedetti
(Del libro Mi Otro Yo)


Se trataba de un muchacho corriente: en los pantalones se le formaban rodilleras, leía historietas, hacía ruido cuando comía, se metía los dedos a la nariz, roncaba en la siesta, se llamaba Armando. Corriente en todo menos en una cosa: tenía Otro Yo.

El Otro Yo usaba cierta poesía en la mirada, se enamoraba de las actrices, mentía cautelosamente, se emocionaba en los atardeceres. Al muchacho le preocupaba mucho su Otro Yo y le hacía sentirse incómodo frente a sus amigos. Por otra parte el Otro Yo era melancólico, y debido a ello, Armando no podía ser tan vulgar como era su deseo.

Una tarde Armando llegó cansado del trabajo, se quitó los zapatos, movió lentamente los dedos de los pies y encendió la radio. En la radio estaba Mozart, pero el muchacho se durmió. Cuando despertó el Otro Yo lloraba con desconsuelo. En el primer momento, el muchacho no supo qué hacer, pero después se rehizo e insultó concienzudamente al Otro Yo. Este no dijo nada, pero a la mañana siguiente se había suicidado.

Al principio la muerte del Otro Yo fue un rudo golpe para el pobre Armando, pero enseguida pensó que ahora sí podría ser enteramente vulgar. Ese pensamiento lo reconfortó.

Sólo llevaba cinco días de luto, cuando salió a la calle con el propósito de lucir su nueva y completa vulgaridad. Desde lejos vio que se acercaban sus amigos. Eso le lleno de felicidad e inmediatamente estalló en risotadas.

Sin embargo, cuando pasaron junto a él, ellos no notaron su presencia. Para peor de males, el muchacho alcanzó a escuchar que comentaban: «Pobre Armando. Y pensar que parecía tan fuerte y saludable».

El muchacho no tuvo más remedio que dejar de reír y, al mismo tiempo, sintió a la altura del esternón un ahogo que se parecía bastante a la nostalgia. Pero no pudo sentir auténtica melancolía, porque toda la melancolía se la había llevado el Otro Yo.




Reflexiones acerca del cuento

Debo admitir que no leí el libro completo, solo el cuento. Dicen que se trata de una metáfora política, que explica cómo una persona al despojarse de su moral y sentimientos pierde su humanidad y así, convertido en animal, es desconocido por sus propios amigos.

Yo solo puedo decirles que cuando lo leí, recordé el problema de la despersonalización (del cual hablé en mi entrada anterior) y pensé qué sucedería si finalmente mi lado emocional, cansado de ser ignorado, muriera... Sé que no es posible, que aunque no perciba las emociones están ahí, reprimidas. Pero supongamos que fuera posible: ¿Seguiría siendo yo al amputarme una parte tan importante de mí? ¿Me reconocerían los demás? ¿Notarían el cambio ya que hace tanto tiempo que mis emociones se me escapan de la consciencia y no sé dónde están?

Si perdiera totalmente las emociones ¿Me convertiría en algo así como un muerto en vida? ¿un fantasma? ¿Acaso soy ya un muerto en vida a los ojos de los demás y no me di cuenta? ¿Qué significa ser humano? ¿Qué valor tienen las emociones para considerarse humano? La gente suele decir que sin emociones la vida no es vida sino simple existencia... ¿Cómo lo saben si nunca se separaron de sus sentimientos? ¿Se puede ver morir una parte de nosotros (las emociones, ciertos recuerdos) sin hacer duelo, sin sufrir?

Disociación y despersonalización

Es un día nublado de invierno. Estoy en el patio de mi casa jugando. Tengo unos 7 años. Entonces escucho a mi mamá que me llama para que vaya a comprar algo. Inmediatamente siento un nudo en la garganta y una mezcla de autocompasión, odio y ganas de llorar. Detesto hacer mandados. Mientras la sangre se me sube al rostro pienso ir y protestar como siempre: ¿Por qué yo? ¿Por qué no lo compró antes? No me gusta salir de casa, no quiero ir, etc. Pero antes de que salga una palabra de mis labios me pregunto: ¿Para qué? Yo me quejo, mi mamá levantará la voz, yo gritaré, nos diremos cosas hirientes y al final tendré que ir igual, incluso quizás me castigarán.

Mirándolo fríamente es una tontería, no tiene sentido enredarme en una discusión que no puedo ganar, es absurdo enojarse si no consigo nada con ello, solo más dolor, llorar es lo más inútil de todo. Lo mejor es hacerle caso pronto a mamá y así estaré de vuelta enseguida para seguir haciendo lo que quiero. Al llegar a esta conclusión el nudo en la garganta desaparece, dejo de sentir el ardor en mis mejillas, no hay bronca, ni pena, ni llanto. Así de simple.


Fue un acontecimiento que pasó desapercibido para todos los demás, pero para mí marcó un antes y un después. Desde ese día cada vez que me sentía víctima de una injusticia, que me mandaban a hacer algo que no quería, que me retaban, cada vez que alguien se burlaba de mí o me desafiaba... me paraba frente a mí y me decía "No conviene enojarse. Con la mente fría se piensa mejor, recuerda lo que te hicieron y cuando menos lo esperen te vengarás, es mejor planear la venganza con tiempo". De a poco las emociones se apagaron y cada vez fue más raro que tuviera que pararme frente a mí para calmar mis ánimos. Pero también se fueron las emociones positivas. La risa se transformó en un recuerdo lejano. Me disocié de mi lado emocional.


Ya en la edad adulta, se volvió habitual observarme desde afuera mientras converso con alguien y darme consejos para que el otro no se dé cuenta que me muero de aburrimiento o que tengo ganas de salir corriendo. A veces me da la impresión de que nada es real, como si representara un papel en una película cuyo guión desconozco. No me causa ansiedad porque sé que esta extrañeza es solo una ilusión de mi cabeza, una forma de negar la realidad que me desagrada, una manera de despojarla de vida, para que no lastime. Sé lo que debo hacer: me meto en el papel, el rol que esperan de mí y trato de ser lo más convincente posible. Esta forma de despersonalización es parte de mí, de mi vida diaria.

¿Qué es la disociación?

En química la disociación es un proceso general en el cual complejos, moléculas o sales se separan en moléculas más pequeñas, iones o radicales, usualmente de manera reversible. Así que cuando en Psicología se habla de disociación significa que algo que antes estaba unido se separó en partes más pequeñas.
Este término se emplea para describir una variedad de experiencias que van desde un leve distanciamiento del ambiente que rodea a la persona, hasta distanciamientos más graves de la experiencia física y emocional. Se trata de un "distanciamiento de la realidad", a diferencia de lo que ocurre en la psicosis, donde hay una "pérdida de la realidad".


Los Trastornos Disociativos son definidos como “una alteración de funciones integradoras de la conciencia, la identidad, la memoria y la percepción del entorno” (DSM-IV) o como “la pérdida total o completa de la integración normal entre ciertos recuerdos del pasado, la conciencia de la propia identidad, ciertas sensaciones inmediatas y el control de los movimientos corporales” (CIE-10)

Algunos trastornos disociativos son:

Amnesia disociativa: se refiere a la incapacidad para recordar información personal importante que no puede ser consecuencia del olvido ordinario porque es demasiado extensa. Generalmente se producen micro-amnesias, en las que no se recuerda una discusión, o el contenido de una conversación se olvida de un momento a otro. Algunas personas se quedan luchando por recordar de qué estaban hablando, mientras intentan no dejar que su interlocutor se dé cuenta de que no tiene ni idea de lo que discutían.

Fuga disociativa: Las personas abandonan sus casas o su lugar de trabajo sin razón aparente, recorren largas distancias y de repente se dan cuenta de que no saben dónde están ni cómo llegaron allí. Pueden cambiarse de nombre y actuar de manera diferente, generalmente de manera más desinhibida.

Desrealización: Es la sensación de que lo que ocurre alrededor no es real. El mundo externo se percibe como falso, lejano o nebuloso o como si no se estuviera en él.

Despersonalización : Se caracteriza por la sensación de hallarse separado o ajeno del propio cuerpo. Puede ser incapaz de reconocerse en el espejo o simplemente de sentirse uno mismo, y va acompañada de un sentido intacto de la realidad.

Confusión y alteración de la identidad: La confusión de la identidad es un sensación de confusión respecto a quién es uno mismo. Por ejemplo, cuando una persona siente excitación y una emoción positiva mientras realiza una actividad que normalmente le resulta desagradable(por ejemplo, conducción temeraria, uso de drogas). La alteración de la identidad es la sensación de ser marcadamente diferente de otra parte de su ser. También se produce confusión con respecto al tiempo y al lugar; suele suceder que siente que se encuentra en otra época y lugar, generalmente del pasado.

Trastorno de Identidad Disociativo (o Personalidad Múltiple): Provoca que existan dos o más personalidades distintas en el mismo individuo, siendo cada una de ellas la dominante en un momento determinado.




¿Cuál es la causa de la disociación?

Algunos episodios de despersonalización y desrealización se deben a situaciones de estrés. Cuando una persona no puede manejar la ansiedad puede experimentar un distanciamiento de sí mismo, con la sensación de extrañeza, incluso llegar al desconocimiento del propio cuerpo como si perteneciera a otra persona (despersonalización). O bien, experimentar un distanciamiento del entorno circundante (desrealización), lo cual le da la sensación de estar en un sueño; o que las cosas, aunque las reconoce, son de alguna manera inexplicable, diferentes.

El abuso de alcohol y estupefacientes también puede provocar este tipo de experiencias. Pero hay también otras causas que no pueden evitarse, como las lesiones cerebrales.

En el siguiente video se explica el problema.



En cambio, los trastornos disociativos por lo general se asocian al abuso repetido físico y/o sexual en la infancia y otras formas de trauma. En el contexto de un trauma crónico y severo en la niñez, la disociación puede ser considerada adaptativa porque reduce el intenso dolor emocional creado por el trauma. Sin embargo, si la disociación continúa utilizándose en la edad adulta, cuando el peligro original ya no existe, puede ser disfuncional.

Cito un texto que leí en http://lapalabrablog.chanaweb.com/?p=632

Uno de los problemas principales para la persona con un trastorno disociativo es la alteración de la regulación de las emociones; es decir, la dificultad para tolerar y manejar experiencias emocionales intensas. Este problema procede en parte de haber tenido pocas oportunidades de aprender a calmarse a sí mismos o modular sus emociones, debido al hecho de criarse en una familia abusiva o negligente, donde los padres no enseñaron estas habilidades. Los problemas en el manejo de las emociones se componen de la intrusión repentina de recuerdos traumáticos y de las emociones abrumadoras que los acompañan.

La incapacidad para manejar emociones intensas puede desencadenar un cambio en el estado del yo, desde un estado de ánimo a otro. La despersonalización, la desrealización, la amnesia y la confusión de la identidad pueden considerarse esfuerzos de autorregulación cuando la regulación de las emociones falla. La despersonalización (o verse a sí mismo como si estuviera fuera de su propio cuerpo), por ejemplo, es un modo de no estar presente mientras se está siendo sometido a un acto de abuso o crueldad insoportable. Como última alternativa de una mente abrumada para escapar del miedo cuando no hay escapatoria, una persona puede, inconscientemente, adaptarse creyendo que es alguien diferente. Así, la experiencia traumática que la persona no se ve capaz de afrontar ni de admitir, queda en un compartimento aislado de su mente, desconectado del resto, y desarrollándose de un modo independiente con cada repetición del trauma hasta dar lugar a una personalidad diferente. No es raro que una de las personalidades sea agresiva y sienta ira y desprecio hacia la personalidad víctima, a quien considera débil, cobarde y merecedora del castigo. Esta personalidad airada ha observado a la víctima desde fuera sin sentir nada hacia ella. Por eso, uno de los pasos principales para la integración de esta personalidad pasaría por lograr que sienta compasión por la víctima y empatía hacia ella. La aproximación terapéutica requiere ayudar a construir la confianza en la capacidad de una persona para tolerar sus emociones, aprender, y crecer como persona.