El otro día leí que a los depresivos se les suele decir: "Anímate", "No te preocupes tanto", etc. como si pudieran hacerlo, como si la depresión fuera elección suya. Esto es (continuaba diciendo el texto) como si a un enfermo se le dijera: "Baja ya la fiebre", "¿Por qué tienes tanto dolor de cabeza? Déjalo".
Con los esquizoides pasa lo mismo. Nos dicen: "Tienes que salir más, así conoces gente nueva", "No seas tan aburrido (o aburrida), diviértete un poco", etc. No comprenden que conocer gente nueva no va a despertar en nosotros el deseo de ser amigos y que si no nos divertimos más es porque sus bromas, sus charlas y fiestas nos resultan aburridas. No hay forma de reírte si un chiste no te hace gracia.
¿Cómo explicar lo que sentimos?
Si a alguno de ustedes de chicos lo obligaron a estudiar piano o guitarra, aunque tú les decías a tus padres que la música no era para ti. O si te obligaron a practicar fútbol o voley, a pesar de que sabían que odiabas los deportes. Entonces puedes darte una idea.
Imagina que se acerca la hora de tu clase de música. Piensas: "Ay, nooo. Tengo que ir a música". Miras el cielo nublado y te dices: "Seguro que se larga a llover en el camino y me empapo", o si hay sol "¡Qué día hermoso y yo tengo que encerrarme con esa vieja odiosa!". Pasan los minutos y te das cuenta que se hizo tarde. Ya se escuchan los gritos de tu madre: "¿Todavía estás acá? Vas a llegar tarde de nuevo". Arrastrándote tomas tus cosas y te marchas. Al llegar la profesora te pregunta: "¿Practicó lo que le mandé?" y piensas "¿No es suficiente tortura el tiempo que paso acá adentro?". Empiezas con los ejercicios y sientes que tus dedos son los más torpes del mundo. Tu mente vuela... No puedes concentrarte. Ni siquiera oyes las indicaciones que te dan. Aguantas lo mejor que puedes, pero llega un momento en que empiezas a mirar el reloj cada 2 minutos. Lo único que puedes pesar es "¿Cuánto falta para irme?".
Otro caso. Tienes que ir a práctica de rugby, o hockey, o lo que sea. Todavía te duelen todos los músculos desde la otra vez. Piensas que te ves ridículo con el uniforme: ¿A quién vas a engañar? No tienes físico para eso. Tratas de animarte diciéndote que es bueno practicar deportes y te repites todas las palabras que te dicen tus padres cada vez que les pides que no te obliguen a seguir con esto. Llegas y ves los rostros sonrientes de los demás y tratas de imitar una sonrisa para no desentonar. Como de costumbre empezamos con calentamiento: ¿Hay algo más aburrido? ¿Otra vuelta a la cancha? ¿Qué diferencia hay en una vuelta más o una vuelta menos? Se dividen en dos grupos para jugar y ya te imaginas las caras de tus compañeros cuando vean que les tocó jugar contigo. Te propones hacer tu mejor esfuerzo. No quieres ser el centro de todas las burlas y enojo. El entrenador grita sus tonterías de siempre. Se supone que eso anima al equipo. Soportas que te pisen y te den un codazo en el ojo sin demostrar que te duele (a nadie más parecen dolerle los golpes de sus compañeros). Corres hasta que te falta el aire. Estás todo sudado. Es inútil. Al final te das cuenta que solo perdiste tu tiempo.
Poniéndose en la piel de un esquizoide
Tal vez la descripción fue exagerada. La intención era que pudieras imaginar de la manera más vívida lo que experimenta esa chica o chico.
Ahora imaginen esa misma frustración de ser obligados a estudiar algo que no te gusta, a practicar algo que detestas. Te obligan a visitar a tu abuela o primos y eso significa aprender las normas sociales, los códigos implícitos que manejan los otros y a los que tú no les encuentras sentido. Se supone que debes divertirte, pero solo puedes ver lo negativo. Ante la sola idea de tener que dejar las cosas que te gustan para ir a ver a esas personas que no te entienden, te pones molesto, empiezas a inventar excusas, te enfocas en los malos recuerdos de experiencias anteriores.
A veces tratas de convencerte que es bueno ser sociable, que algún día te servirá. Pero luego te das cuenta que no estás hecho para eso, que te ves ridículo representando el papel de "chico normal", tratando de imitar los sentimientos que no tienes. Sabes que no puedes ser natural cuando estás con otros. Eso significaría poner mala cara, ignorarlos abiertamente, o decirles con fastidio que se callen... y luego vendrían las represalias. Ya pasaste por ello.
Por más que te esfuerces nunca serás un músico o un deportista si no naciste para eso: si no tienes talento ni te gusta. Por más que te esfuerces nunca serás sociable y divertido si naciste esquizoide.
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